¿Qué es el bautismo en agua?

El bautismo en agua es una de las ordenanzas más importantes que Jesús dejó a su iglesia. No es un simple ritual ni una tradición, sino un acto de fe y obediencia que simboliza nuestra unión con Cristo y marca un antes y un después en la vida del creyente.

Un mandato de Jesús

Antes de ascender al cielo, Jesús dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).El bautismo no es una opción, sino un paso de obediencia para todo aquel que ha decidido seguir a Cristo.

Un símbolo de vida nueva

El bautismo en agua representa de manera visible lo que ya sucedió en nuestro interior:

• Muerte: al sumergirnos en el agua declaramos que dejamos atrás la vieja vida de pecado.

• Sepultura: el agua simboliza la tumba donde esa vida antigua queda enterrada.

• Resurrección: al salir del agua, proclamamos que vivimos una nueva vida en Cristo, con un corazón renovado.

Tal como dice Romanos 6:4: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”.

No es salvación, es testimonio

Es importante aclarar que el bautismo en agua no salva por sí mismo: la salvación es por la fe en Jesucristo. Sin embargo, el bautismo es la confirmación pública de esa fe. Es decirle al mundo: “Pertenezco a Cristo, y decido vivir para Él”.

Una decisión personal

El bautismo es un acto consciente y voluntario. Nadie puede hacerlo por otro, porque implica una fe personal. Por eso vemos en la Biblia que siempre iba acompañado de arrepentimiento y decisión de seguir a Jesús.

El gozo de obedecer

Quien se bautiza en agua experimenta un gozo especial: el de caminar en obediencia a Dios y sentirse parte activa de la iglesia. Es un paso que marca identidad, compromiso y una nueva etapa en la vida espiritual.

👉 En resumen, el bautismo en agua es una expresión externa de una transformación interna. Es morir al pasado y comenzar a vivir para Cristo, obedeciendo su mandato y dando testimonio de nuestra fe.